jueves, 26 de mayo de 2011



Vos siempre empeñado en joderte la vida. Y que yo no voy por el revés; conozco una lista de semáforos y de esquinas, de avenidas y autopistas, que intentan auxiliarnos el alma de miércoles a domingo, que nos dejan con besos microscópicos de vez en cuando y por detrás se asesinan los versos de tu mesa de luz. No me place más escribir de las ciento de idioteces que preferiste llevar con vos en vez de tirar al mar, ya se perdieron en mis últimos encargos, esos que hablan de enamorarnos y no en la misma línea. Tal vez sea tiempo de resignarnos a la botella vacía, la que estaba llena dos febreros atrás y por desesperados la bebimos de golpe, porque de a poco era inútil. Tal vez tenga menos que sentido esto de no animarnos a dejarnos de animar, cuando ya hace varios días que animarnos es escuchar el ruido del teléfono de frente a frente. Quizá sea ridículo eso de alternar por estación, de ser de cualquier modo, cuando lo único que hacemos es jugarnos la memoria por un par de abrazos fatalistas.

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